Poema Tabacaria de Álvaro de Campos (Fernando Pessoa) analizado

Poema Tabacaria de Álvaro de Campos (Fernando Pessoa) analizado
Patrick Gray

Estanco es un poema largo y complejo, en el que el heterónimo Álvaro de Campos plantea las cuestiones centrales que rigen su poesía. La obra es una de las creaciones poéticas más famosas de Fernando Pessoa.

Escritos en 1928 (y publicados en 1933 en la revista Presença), los versos son un registro de la época que le tocó vivir, de la modernidad acelerada y de la sensación de incertidumbre del sujeto, que se sentía perdido ante tantos cambios. La sensación de vacío, de soledad y de incomprensión son las líneas maestras del poema.

Poema Estanco (versión completa)

No lo soy.

Nunca seré nada.

No puedo querer ser nada.

Aparte de eso, tengo todos los sueños del mundo en mí.

Ventanas en mi habitación,

Desde mi habitación en uno de los millones del mundo que nadie sabe quién es

(Y si supieran quién es, ¿qué sabrían?),

Dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,

A una calle inaccesible a todos los pensamientos,

Real, imposiblemente real, cierto, sin saberlo cierto,

Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,

Con la muerte poniendo humedad en las paredes y pelo blanco en los hombres,

Con el Destino conduciendo el carro de todo por el camino de la nada.

Hoy me siento abrumado, como si conociera la verdad.

Hoy estoy lúcido, como si estuviera a punto de morir,

Y no tuvo más hermandad con las cosas

Si no una despedida, convirtiéndose esta casa y este lado de la calle

La fila de vagones de un tren, y una salida silbada

Desde dentro de mi cabeza,

Y una sacudida de mis nervios y un crujido de huesos en el camino.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó.

Hoy me debato entre la lealtad que debo

Al estanco de enfrente, como algo real por fuera,

Y la sensación de que todo es un sueño, como algo real en el interior.

He fracasado en todo.

Como no tenía ningún propósito, tal vez todo era nada.

El aprendizaje que me dieron,

Bajé de ella por la ventana trasera de la casa.

Fui al campamento con un gran propósito.

Pero allí sólo encontré hierbas y árboles,

Y cuando había gente era igual que el otro.

Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué debo pensar?

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?

¡Pero pienso tanto!

¡Y hay tantos que piensan que es lo mismo que no puede haber tantos!

¿Genio? En este momento

Cien mil cerebros se conciben en un sueño de genios como yo,

Y la historia marcará, quién sabe, ni uno,

Tampoco habrá más que estiércol de tantos logros futuros.

No, no creo en mí.

¡En todos los manicomios hay locos con tantas certezas!

Yo, que no estoy nada seguro, ¿tengo más razón o menos?

No, no en mí...

¿En cuántas mansardas y no mansardas del mundo

¿No sueñan a estas horas los genios-para-sí?

Cuántas altas y nobles y lúcidas aspiraciones -

Sí, verdaderamente alto y noble y lúcido -,

Y quién sabe si son alcanzables,

¿Nunca verán la verdadera luz del sol ni encontrarán los oídos de la gente?

El mundo es para los nacidos para conquistarlo

Y no para los que sueñan que pueden conquistarla, aunque tengan razón.

He estado soñando más de lo que hizo Napoleón.

He aferrado a mi hipotético pecho más humanidades que Cristo,

He estado haciendo filosofías en secreto que no escribió Kant.

Pero yo soy, y quizás siempre seré, el de la mansarda,

Aunque no vivas en ella;

Siempre seré el que no ha nacido para ello;

Siempre seré sólo lo que tenía cualidades;

Siempre seré el que esperó a que se abriera la puerta al pie de un muro sin puerta,

Y cantó la canción del Infinito en una capoeira,

Y oyó la voz de Dios en un pozo cubierto.

¿Creer en mí? No, en nada.

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Vierte Naturaleza sobre mi cabeza ardiente

Tu sol, tu lluvia, el viento que encuentra mi pelo,

Y que vengan los demás si vienen, o tienen que venir, o no vienen.

Corazón esclavo de las estrellas,

Conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;

Pero nos despertamos y está opaco,

Nos levantamos y él no se da cuenta,

Salimos de casa y él es toda la tierra,

Además del sistema solar, la Vía Láctea y el Indefinido.

(Toma unos bombones, pequeño;

¡Come bombones!

Mira no hay más metafísica en el mundo que los chocolates.

Mira que todas las religiones no enseñan más que golosinas.

¡Come, sucia niña, come!

¡Ojalá pudiera comer bombones con tanta sinceridad como tú!

Pero pienso, y mientras quito el papel de plata, que es papel de aluminio,

Lo tiro todo abajo, como he tirado la vida abajo).

Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré

La escritura rápida de estos versos,

Pórtico roto de lo Imposible.

Pero al menos me consagro un desprecio sin lágrimas,

Noble al menos en el amplio gesto con el que lanzo

La ropa sucia que soy, en rollo, por el curso de las cosas,

Y me quedo en casa sin camiseta.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,

O diosa griega, concebida como una estatua que estaba viva,

O patricio romano, imposiblemente noble y nefasto,

O princesa juglar, gentil y colorida,

O marquesa del siglo XVIII, escotada y distante,

O la famosa cocotte de la época de nuestros padres,

O no sé qué moderno... no puedo concebir qué...

Sea lo que sea, seas lo que seas, si puede inspirar, ¡deja que inspire!

Mi corazón es un cubo volcado.

Como los que invocan espíritus invocan espíritus invocan

Yo mismo y no encuentro nada.

Llego a la ventana y veo la calle con absoluta claridad.

Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,

Veo a los seres vivos vestidos que se cruzan,

Veo a los perros que también existen,

Y todo esto pesa sobre mí como una sentencia de destierro,

Y todo esto es extranjero, como todo lo demás).

He vivido, estudiado, amado e incluso llorado,

Y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.

Miro los harapos, las llagas y las mentiras de cada uno,

Y pienso: quizás nunca viviste o estudiaste o amaste o creíste

(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);

Tal vez sólo existías, como un lagarto al que le cortan la cola.

Y que es la cola más allá del lagarto agitando

Hice de mí lo que no sabía

Y lo que podía hacer de mí mismo no lo hice.

El dominó que llevaba estaba mal.

Me reconocieron enseguida por lo que no era y no lo negué, y me perdí.

Cuando quería quitarme la máscara,

Estaba pegado a su cara.

Cuando me lo quité y me miré en el espejo,

Ya había envejecido.

Estaba borracho, no sabía cómo poner las fichas de dominó que no había quitado.

Me quité la máscara y dormí en el vestuario.

Como un perro tolerado por la dirección

Porque es inofensivo

Y escribiré esta historia para demostrar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,

Me gustaría encontrarme a mí mismo como algo que haría,

Y no siempre se quedaba frente a la Tabacaria de defronte,

Llevando la conciencia de existir a sus pies,

Como una alfombra en la que tropieza un borracho

O un felpudo que los gitanos robaron y no valía nada.

Pero el dueño del estanco se acercó a la puerta y se quedó parado en ella.

Le miro con la incomodidad de una cabeza mal girada

Y con la incomodidad del alma incomprendida.

Él morirá y yo moriré.

Él dejará la señal, yo dejaré los versos.

En algún momento el signo también morirá, los versos también.

Al cabo de cierto tiempo, la calle donde estaba situado el cartel morirá,

Y la lengua en que se escribieron los versos.

Entonces, el planeta giratorio en el que ocurrió todo esto morirá.

En otros satélites de otros sistemas algo como la gente

Seguirá haciendo cosas como versos y viviendo bajo cosas como signos,

Siempre una cosa delante de la otra,

Siempre una cosa tan inútil como la otra,

Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,

Siempre el misterio de las profundidades tan seguro como el misterio duerme en la superficie,

Siempre esto o siempre otra cosa o ninguna de las dos cosas.

Pero un hombre entró en el estanco (¿a comprar tabaco?)

Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.

Soy enérgico, convencido, humano,

Y pretendo escribir estos versos en los que digo lo contrario.

Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlas

Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.

Sigo el humo como mi propia ruta,

Y disfrute, en un momento sensible y competente,

Libertad de toda especulación

Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar de mal humor.

Luego me recosté en mi silla

Y sigo fumando.

Mientras el destino me lo conceda, seguiré fumando.

(Si me casara con la hija de mi lavandera

Quizá se alegraría).

Al ver esto, me levanto de la silla y me acerco a la ventana.

El hombre salió del estanco (¿guardando cambio en el bolsillo del pantalón?).

Ah, lo conozco; es Esteves sin metafísica.

(El dueño del estanco ha llegado a la puerta).

Como por instinto divino, Esteves se volvió y me vio.

Me dijo adiós con la mano, yo grité Adiós Esteves, y el universo

Me reconstruí sin ideal ni esperanza, y el dueño del estanco sonrió.

Análisis del poema Estanco

Tabacaria es un poema rápido, lleno de imágenes y emociones de un sujeto que se siente perdido, inmerso en sus reflexiones personales .

Los versos presentan un torbellino de información que se transmite rápidamente al lector, a una velocidad que no deja mucho espacio para que el que recibe el mensaje respire, haciéndole sentir invadido por sobrecarga de preguntas que avanza el poeta.

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Este ritmo frenético es muy compatible con el período histórico vivido por Fernando Pessoa (1888-1935). En aquella época, las ciudades se modernizaban a un ritmo sin precedentes, Europa -y Portugal en menor medida- se transformaba rápidamente, por lo que la imagen de las ciudades, la velocidad de la transformación, las idas y venidas y las angustias queque el exceso trajo. Con un impulso acelerado , vemos el uso de muchas imágenes que, al ser rápidas, parecen caóticas, pero transmiten al lector la atmósfera de una época.

En cuanto al formato, Tabacaria es un poema típicamente moderno que posee verso libre (sin rima). La larga creación poética es profundamente descriptiva tanto de lo que ocurre en el mundo interior como en el exterior.

Pasajes clave del poema Estanco explicó

No lo soy.

Nunca seré nada.

No puedo querer ser nada.

Ya en la presentación de Estanco llegamos a conocer un poco quién es el sujeto retratado en el poema.

A primera vista observamos que este hombre sin nombre ya presenta sucesivas negaciones para intentar definirse. Es, sobre todo, lo que no es (y lo que nunca ha sido ni será). Tampoco tiene ambiciones.

Este tipo de oración negativa y pesimista también aparece ocasionalmente a lo largo de los versos denunciando la depresión y el vacío con que el sujeto se enfrenta a la vida.

A incredulidad no surge sólo en relación consigo mismo, sino también en relación con lo que le rodea.

El personaje creado por Álvaro de Campos se desnuda con valentía ante el lector, muestra su lado frágil y lleno de dudas, haciendo evidente la sentirse fracasado .

He fracasado en todo.

Como no tenía ningún propósito, tal vez todo era nada.

El aprendizaje que me dieron,

Bajé de ella por la ventana trasera de la casa.

Fui al campamento con un gran propósito.

Pero allí sólo encontré hierbas y árboles,

Y cuando había gente era igual que el otro.

Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué debo pensar?

Vemos cómo este sujeto sin nombre se siente un fracasado, un perdedor, sin energía y sin ambiciones para esforzarse en la vida. Si en el presente lee su historia personal como una derrota, es porque mira al pasado y ve que no ha conseguido ningún tipo de realización amorosa o profesional.

Al principio constata que ha fracasado en todo, lo que, en cierto modo, aún puede mirarse con una breve perspectiva positiva: al fin y al cabo tenía un plan, pero acabó por no tener éxito. Pero en el verso siguiente Álvaro de Campos destruye la idea misma de que tenía un plan: todo, al fin y al cabo, es nada, porque ni siquiera tenía un propósito en la vida.

Así se desprende de este extracto de Estanco el síntoma del cansancio y el aburrimiento, como si todo fuera repetitivo y el sujeto era incapaz de vivir la vida o de tener proyectos.

Incluso intenta escapar de este estado mental, pero pronto se da cuenta de que no hay salida, ni siquiera en el campo encuentra un propósito.

A lo largo de los versículos observamos que el tema búsqueda de una verdad Pero una verdad que es una especie de ancla: no temporal, sino permanente y eterna, algo que te guía y llena tu vida de sentido.

Hay un conciencia excesiva de su condición personal y el sujeto ve la felicidad como una hipótesis imposible.

Ventanas en mi habitación,

Desde mi habitación en uno de los millones del mundo que nadie sabe quién es

(Y si supieran quién es, ¿qué sabrían?),

Dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,

A una calle inaccesible a todos los pensamientos,

Real, imposiblemente real, cierto, sin saberlo cierto,

Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,

Estanco es, al mismo tiempo, un retrato personal e individual de Álvaro de Campos, pero simultáneamente colectivo, como observamos en el pasaje anterior.

En varios pasajes del poema, el sujeto habla de sí mismo, pero también habla del otro, reconociendo que existe un sentimiento de compartir, común, que une a los seres humanos, inmersos en sus dudas existenciales y en sus problemas que, al fin y al cabo, son siempre los mismos. Sus ventanas son como las ventanas de todas las demás habitaciones y el misterio impregna también a todos los seres que, como él, se encuentran perdidos.

Al fin y al cabo, es un sujeto "corriente", como todos los demás con los que podemos identificarnos y con los que compartimos las mismas preocupaciones filosóficas .

Pero yo soy, y quizás siempre seré, el de la mansarda,

Aunque no vivas en ella;

Siempre seré el que no ha nacido para ello;

Siempre seré sólo lo que tenía cualidades;

Mansarda significa desván, en este pasaje Álvaro de Campos habla de su sensación de ser un desplazado permanente Una persona torpe, alguien que no vive en la parte principal de una casa, que no está a la altura de los demás.

Este fragmento es importante porque habla del estado de ánimo del sujeto, de su autoimagen, de su autoestima y de cómo se conocía tan bien a sí mismo como para poner de relieve con tanta precisión sus defectos de carácter y personalidad.

Sabe que no es nada, que nunca ha hecho nada, que nunca ha tenido éxito y que se irá del mundo como la mayoría de nosotros: anónimo sin ningún gran logro.

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?

¡Pero pienso tanto!

¡Y hay tantos que piensan que es lo mismo que no puede haber tantos!

Frente a la inmensidad de posibilidades que ofrece la vida moderna, el sujeto parece perdido en un cúmulo de hipótesis Este pasaje habla de la sensación de enfrentarse a muchos caminos y de sentirse paralizado por tantas opciones.

Aunque hoy en día nos sintamos tan identificados con estos versos, lo cierto es que esta sensación de que existen múltiples posibilidades está estrechamente relacionada con la época histórica que le tocó vivir a Fernando Pessoa, cuando Portugal experimentaba una fuerte industrialización y la vida empezaba a presentar una serie de opciones que antes no eran posibles.

La sociedad cambió muy deprisa y Álvaro de Campos sintió en su piel -y registró- estos cambios sociales y personales.

Uno siente en los versos actuales, por lo tanto, la sensación de desamparo, de inestabilidad emocional, como si el poeta estuviera asombrado de los caminos Sin planes y sin un futuro posible, cuenta al lector su incapacidad para la vida .

(Toma unos bombones, pequeño;

¡Come bombones!

Mira no hay más metafísica en el mundo que los chocolates.

Mira que todas las religiones no enseñan más que golosinas.

¡Come, sucia niña, come!

¡Ojalá pudiera comer bombones con tanta sinceridad como tú!

Pero pienso, y mientras quito el papel de plata, que es papel de aluminio,

Lo tiro todo abajo, como he tirado la vida abajo).

Uno de los pocos momentos optimistas del poema, en el que el sujeto esboza cierta alegría, sucede cuando ve desde su ventana a una niña comiendo bombones ajena a los problemas existenciales de los adultos.

La inocencia del niño fascina y deja a Álvaro de Campos sumido en la envidia. La sencilla felicidad que encuentra la niña en una simple tableta de chocolate le parece imposible de alcanzar.

El sujeto sigue intentando emprender el camino de la felicidad inaugurado por la niña, pero vuelve rápidamente a su estado inicial de tristeza en cuanto saca el papel de plata, que descubre que es de hojalata.

Cuando quise quitarme la máscara

Estaba pegado a su cara

Cuando me lo quité y me miré en el espejo,

Ya había envejecido.

El sentimiento de impotencia es aún mayor porque el sujeto no sabe lo que desea y además no sabe realmente lo que es En este importante pasaje de Tabacaria, Álvaro de Campos habla de la presencia de una máscara, planteando la cuestión del búsqueda de identidad Es un tema frecuente en la poesía de Fernando Pessoa.

Aquí podemos ver la necesidad humana de aparentar lo que no somos para encajar socialmente, para agradar a los demás.

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Después de tanto tiempo llevando su máscara -el personaje que eligió representar en su vida colectiva-, Álvaro de Campos se enfrenta a la dificultad de tener que quitársela. Cuando lo consigue, se da cuenta de cómo ha pasado el tiempo y de cómo ha envejecido aparentando ser otra cosa.

El mundo es para los nacidos para conquistarlo

Y no para los que sueñan que pueden conquistarla, aunque tengan razón.

He estado soñando más de lo que hizo Napoleón.

El sueño es presentado por Álvaro de Campos en algunos pasajes de Tabacaria como una posibilidad de escapar de la realidad concreta y dura -que a lo largo del poema está representada por elementos físicos: las ventanas, las piedras, las calles, las casas.

El poeta alterna momentos de extrema lucidez, haciendo mención a este mundo concreto, exterior, con imágenes de su inconsciente, fantasías y sueños. Hay una mezcla intencionada en el poema, por tanto, de estos elementos reales, con pasajes reflexivos, interiores (versos donde vemos filosofías, pensamientos, ensueños, sueños).

Álvaro de Campos analiza lo más profundo de su ser, las emociones que le mueven, la apatía que se aloja en su interior y señala las el sueño como espacio de descanso Una especie de refugio en medio de la tormenta.

Sobre el título del poema

Estanco Es un tipo de establecimiento comercial (que tradicionalmente vende productos del tabaco), que el sujeto del poema frecuenta, y es también la tienda que ve desde la ventana de su casa. Es en el estanco donde encuentra la vida, donde asiste a las visitas habituales y cotidianas de compradores, de conocidos y del propietario.

Aunque no se menciona ninguna fecha concreta -ni siquiera el año-, reconocemos, por los versos, la presencia de vestigios de la época moderna. Los estancos son también establecimientos muy característicos de ese tiempo histórico.

Antecedentes históricos

Escrita el 15 de enero de 1928 y publicada por primera vez en julio de 1933, en la revista Presença (número 39), Tabacaria es uno de los ejemplos poéticos más importantes del Modernismo en Portugal.

El poema, que forma parte de la tercera fase de la producción poética del heterónimo Álvaro de Campos, retrata su tiempo y saca a relucir sentimientos característicos de su generación como fragmentación y efimeridad .

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En esta tercera fase de su poesía, que duró de 1923 a 1930, el poeta invirtió en un enfoque más intimista y pesimista. Eduardo Lourenço, gran estudioso portugués contemporáneo de la obra de Álvaro de Campos, destaca que Estanco es una de las creaciones más importantes del heterónimo porque, según él, "en ella se concentra todo Álvaro de Campos", es decir, en Estanco encontramos un resumen, una síntesis, de todas las principales cuestiones planteadas por el heterónimo .

Álvaro de Campos fue testigo de un Portugal sometido a profundas transformaciones sociales y económicas y dio vida, a través de sus versos, a poemas nerviosos que transmitían incertidumbre y la sensación de estar perdido en una época en la que la sociedad cambiaba tan rápidamente.

El heterónimo Álvaro de Campos, creado por Fernando Pessoa, habría nacido el 15 de octubre de 1890, en la región de Tavira (Algarve) y se graduó en ingeniería mecánica y naval. Fue testigo y testigo del derrumbe de un orden político y social, cabe recordar la Primera Guerra Mundial (1914) y la Revolución Rusa (1919).

Escuchar el poema Estanco totalmente

Yo no...

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    Patrick Gray
    Patrick Gray
    Patrick Gray es un escritor, investigador y empresario apasionado por explorar la intersección de la creatividad, la innovación y el potencial humano. Como autor del blog "Culture of Geniuses", trabaja para desentrañar los secretos de equipos e individuos de alto rendimiento que han logrado un éxito notable en una variedad de campos. Patrick también cofundó una firma de consultoría que ayuda a las organizaciones a desarrollar estrategias innovadoras y fomentar culturas creativas. Su trabajo ha aparecido en numerosas publicaciones, incluidas Forbes, Fast Company y Entrepreneur. Con experiencia en psicología y negocios, Patrick aporta una perspectiva única a su escritura, combinando conocimientos basados ​​en la ciencia con consejos prácticos para lectores que desean desbloquear su propio potencial y crear un mundo más innovador.